martes, 6 de julio de 2010

Laura (I)



El sábado participo en unas Jornadas en la Universidad. Tengo una ponencia a primera hora. Estoy en el salón, con el portatil, dando los últimos toques a la presentación de power point. Me vienen bien estos ratos de completa abstracción. Cuando iba a la cocina a preparar un tentempié suena el teléfono. ¿Ali? Es Mario. ¿Ali?, repite. Me entran ganas de llamar a W para que me diga qué tengo que hacer.Sí, digo. No pretendo ser distante, simplemente no articular nada más complejo que un monosílabo. He visto que participas en las Jornadas del sábado… Llamo para preguntarte si te molestaría que fuera… En realidad, le interesan las Jornadas en sí. No quiere que me sienta violenta. Empiezo a justificarlo. Será una cabeza más entre todas las que no veré. Me sorprende que sea capaz de racionalizar este momento. Ante mi silencio, continúa. No voy a ir solo. Pienso. ¿Laura?. Sí, responde.

No habíamos preparado nada especial. Apenas hablamos del tema. Sólo dejamos que pasaran las horas hasta que se presentara. Para mí era la primera vez, para Mario no. Me quedé con una camiseta blanca desgastada suya como único vestido. Él lleva un pantalón de lino gris anudado a la cintura y una camiseta negra de Médicos sin Fronteras. Ambos descalzos sobre el parqué. Lo miro cuando se dirige a abrir la puerta. Está impresionante. Al otro lado aparece Laura. Extiende el brazo. Trae un tulipán amarillo y una sonrisa acogedora, entre tibia y trémula. Nos encantan los tulipanes, gracias. Lo sé, me lo dijo Ali. Busca mi mirada cómplice por encima del hombro de Mario. No queríamos que se sintiera incómoda, pero personalmente, yo tampoco sabía cómo librarme de mi propia incomodidad. Mario facilita las cosas. Tiene un don para hipnotizarte desde el primer momento. Te cautiva. Habla de ti, no habla de él. Sin darte cuenta apenas, lo tienes dentro, luego cuesta vivir sin esa sensación, más tarde lo he sabido. ¿Estás nerviosa? Sí, responde quedamente. La verdad es que bastante. No es lo mismo... Ya, alivia Mario, pero no es la primera vez, ¿no? Sí, dijo. Hasta ahora sólo he tonteado por el chat. Vosotros... No, dice Mario. Para nosotros también es la primera vez, miente. Para él no.

Laura trae un vestido de Desigual, corto, muy escotado. Un pachwork que invita a la confusión. Se muestra tímida, pero no sé si es una pose. ¿Puede una chica tímida presentarse en casa de una pareja de desconocidos dispuesta a todo? No creo. Se siente en territorio ajeno. Mario la nota insegura. El olor a inseguridad atrae a los varones más que las feromonas. Veo crecer su confianza sobre los gestos temblorosos de Laura. Me siento fuera de sitio. Los dejó sentados en el sofá mientras me marcho a la cocina, a preparar una jarra de mojito. Cuando salgo a pedir ayuda los veo besándose. O mejor. Mario besando a Laura. Eso me pareció. El estómago me dispara una señal de aviso. ¡Laura!, interrumpo, ¿me ayudas? Claro. Deja las sandalias de gladiadora en el suelo. Miro sus pequeños pies, sus uñas pintadas con pequeñas margaritas. Viene descalza. Parece más segura. El beso la ha ayudado a relajarse. ¿Te importa picar hielo? Tienes una casa muy bonita. Gracias. La dejo que gestione los silencios. Es cómoda, sigue. Estoy un poco cortada. Es normal, sonrío, creo que sólo hay una forma de arreglarlo. Me acerco. Ella no se mueve. Tomo su cara entre mis manos. Soy bastante más alta. Coloca las suyas en mi cintura. ¿Has besado antes a una mujer? No. Yo tampoco, acierto a decir. Muerdo su labio inferior, carnoso y tentador. Noto sus pezones crecer bajo los círculos concéntricos de su vestido. Baja sus manos hasta el filo de mi camiseta y las sube por mi culo desnudo. Me aprieta hacia ella, entonces noto su lengua buscar la mía. Tiene un aliento fresco, no es artificial. Es una sensación agradable. Sus labios son más suaves que los de Mario, más húmedos. ¿Te ha gustado? Sí, dice bajito. Se acerca y vuelve a besarme. Ahora que la he probado, no me separaría de tu boca en toda la noche,. Ese comentario me pone más caliente aún. ¿Y ese mojito? la voz de Mario nos reclama desde el salón. Me alegro de conocerte, dice antes de volverse a picar el resto del hielo.

9 comentarios:

  1. Vaya, no tardes en continuar con la historia. Sigo enganchado a tus flashbacks. Esos diálogos internos mezclados con las reflexiones y las voces que te devuelven a la realidad.
    En fin, me gusta bastante cómo has conseguido convertir la ruptura en un proceso creativo que requiere distanciamiento.

    Más, quiero saber más sobre Laura.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  2. Me gusta la delicadeza con que lo cuentas. Apetece ser Laura

    Besos

    ResponderEliminar
  3. hola, pasé por tu blog y me quede,
    me encanta lo que escribes

    un besazo de Cora

    ResponderEliminar
  4. Hola Cora, a mí me gustan mucho tus dos blogs. Esas pulseras son preciosas y se ajustan a mi estilo. Tus poemas son muy sensuales. Me queda una duda que te pregunto en tu blog.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  5. wow, me he quedado boquiabierta :)

    ResponderEliminar