martes, 7 de diciembre de 2010

Mario





Ana me lleva a un lugar conocido. No sabe, o no recuerda, hasta que punto ese lugar es significativo para mí. Conduce. La veo contenta, yo también lo estoy. De fondo suena Moustaki. Ha seleccionado una canción para mí. Je ne sais pas où tu commences,
Tu ne sais pas où je finis. Para las dos. Cerca ya del campo, atisbo a lo lejos los ladrillos oscurecidos de la barbacoa. La caseta de las herramientas, con su ventana herrumbrosa.

Cojo un cigarrillo. Me apoyo en el viejo pino. Los miro afanados en su tarea. Luego miro hacia la mesa. Mis amigas van poniendo el mantel, los vasos, los cubiertos,.. entran y salen de la casa de Ana. Incluso aquí, un día festivo, los roles están claramente delimitados. La tarea principal hoy es la barbacoa y, lógicamente, los hombres se adueñan de la tarea principal. La que da rédito, la que se llevará los parabienes. Nadie si fijará, como yo lo hago ahora, en la forma en que Elena está fijando cuidadosamente el mantel para que no se vuele, en cómo Ana coloca los vasos boca abajo para que no le entren polvo y luego cubre los cubiertos con la servilleta con motivos verde agua que ha comprado expresamente esta mañana para la ocasión. Luego se hablará del punto de la carne. No hay mujeres en la barbacoa y no hay hombres poniendo la mesa.
Mi novio se ha encontrado con mi mirada un par de veces. Me ha guiñado el ojo. Se siente bien y me imagina bien.
¿Te defines?. La voz me saca de mis divagaciones. Lo miro. No lo conozco. Llevas un rato mirando a un grupo y a otro, me aclara. No tengo ganas de darle explicaciones sobre mis pensamientos. ¿Y tú eres…? Le pregunto. Mario, responde. Se me queda mirando a los ojos. No me pregunta mi nombre, parece no importarle. Me encuentro extrañamente cómoda.

Detiene el coche. Echa su asiento hacia atrás y luego lo tumba completamente. Abre las piernas y se sube la falda. Mira, me dice. No lleva nada debajo. Estamos en la puerta de su casa, pero no quiere hacerlo dentro. Quier jugar aquí, en el coche. Me inclino hacia sus muslos, suaves, tiernos. La luz del sol ilumina su vagina. La abro. La miro despacio. Ella toma mi cabeza y me acaricia el pelo. Hundo mi lengua y la dejo dentro, sin moverla. De pronto recuerdo el sabor de Laura y lo comparo. Introduzco su clítoris entre mis labios húmedos y contoneo su figura con la lengua muy lentamente.

No te he visto llegar. Bueno, no me extraña. Estabas tan absorta. Sonríe. No deja de mirarme a los ojos y yo tampoco puedo abandonar los suyos. Por alguna razón, los dos estamos fuera de esta fiesta. Sí, le digo, a veces es mejor participar que pensar. ¿Eres amigo de…? Elena, responde. Elena se ha empeñado en buscarme pareja. Me la ha presentado, señala a Ana con la cabeza. Pero ahora mismo está muy ocupada. Ana es encantadora, le confirmo. Me llevo el cigarrillo a la boca. Una barrera necesaria. He sentido celos. El alto y guapo es mi novio, cambio de tema. No lo mira. ¿Y te ha descubierto ya tu novio alto y guapo? Me río abiertamente. Creo que me ha puesto nerviosa. Está coqueteando sin tapujos. Eres muy directo, ¿no?. Bueno, si le preguntas a Elena te dará buenas referencias de mí.¿Y qué has descubierto tú, que no haya descubierto mi novio? Por ejemplo, dice acercándoseme, que ahora te gustaría más estar follando ahí dentro, en esa vieja caseta, en lugar de estar aquí, en tierra de nadie, aburrida. Me cuesta reaccionar. Él lo nota. Con él, en todo caso. Aclaro. No estoy seguro, afirma con aplomo. ¿Por qué no conmigo? ¿Y qué pensarían si nos ven entrar a los dos juntos en la caseta? Sigo con su juego. En cualquier caso es mucho mejor que llenarse el pelo de humo de secreto ibérico a la parrilla o poner servilletas verde pistacho o del verde que sea. Estamos demasiado cerca el uno del otro. Yo no he retrocedido. Él ha seguido acercándose. Nadie lo notará. Tampoco importa demasiado, ¿o sí? Bueno, no sé, mi novio igual se molesta un poco. Vuelvo la mirada hacia el grupo de la masculino. Parecen ajenos a todo. Hablarán de conquistas o de futbol. Miro a las chicas. Han entrado todas en casa. Sin saber bien por qué, comienzo a andar hacia la caseta. Al poco, noto sus pasos detrás de mí. El cuartucho está lleno de herramientas, muchas de ellas inútiles ya. Trozos de cacharros igualmente inservibles. Entra y lo escucho entrecerrar la puerta. Me asomo por la pequeña ventana. Un estante avejentado hace de pequeño alfeizar. Me apoyo. Me coge por la cintura y va quitándome el cinturón. Luego me baja los pantalones. Las bragas. Apenas puedo abrir las piernas. Encajo un poco la ventana y miro por la rendija. Nada cambia ahí fuera. Se ha agachado, me mordisquea el culo. Me pasa las manos por el interior de los muslos y luego los lleva hacia arriba, hasta entrar en contacto con mi vagina. Estoy muy excitada. A veces confundo el temor con la excitación. Moja sus dedos dentro. Su lengua va tañendo a golpes suaves mi culo, acercándose al ano. Luego me lo abre con las manos y escupe en su interior. Me mete un dedo, primero la punta pero luego lo introduce entero. Vuelve a escupir. Repite el juego. Yo intento inclinarme hacia delante, abrir más para facilitarle la labor. Le escucho bajarse la cremallera del pantalón. Acerca su polla a mi vagina, me inclino, la ayudo a entrar dentro. Necesito sentirla. Escucho las risas fuera. La voz de Elena preguntando por Mario, que empuja, que me mete la mano dentro de la camisa para acercarla a mis pechos. Quiero tenerla en mi boca. Hago un movimiento brusco, me giro y me arrodillo delante de él. Tiene la polla mojada, se la cojo con una mano y me la meto en la boca. Está muy dura y excitada. Le meto un dedo de la otra mano en el culo, el abre las piernas para que se lo meta más adentro y yo se lo aprieto violentamente. Me agarra la cabeza y empieza a correrse dentro de mi boca. Siento su ano atrapando mi dedo en movimientos de contracción. Dejo caer parte del semen por la comisura. Con la lengua le doy un suave beso en su sensible glande.

Ana me coge por las axilas y me coloca encima de ella. Me besa con ternura. ¿Te ocurre algo?

6 comentarios:

  1. Ufff...se está poniendo morada la debes coger demasiado fuerte...¿será eso un "sajón"?


    Me gusta que hayas vuelto.

    Un beso.

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  2. Muchos recuerdos en ese lugar...

    Sigue siendo un gusto leerte. Cada vez más

    Besos

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  3. Ahhhhh, allí fue donde conociste a Mario...

    Me gusta leerte. Me gustó esta nueva entrada. Las cosas comienzan a aclararse.

    Un beso grande, Ali. Escribe pronto.

    PD: Disculpa la demora, hasta recién veo esta entrada. Ando hecha un desastre últimamente.

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