martes, 28 de diciembre de 2010

No pares





Todo ese razonamiento está muy bien, pero yo creo que tu promiscuidad, en realidad, es una huida hacia delante. Se calla esperando a ver mi reacción. Es posible, ¿importa? ¿Por qué tiene que haber una forma correcta de vivir la vida?, le planteo. Ana acerca su cara a la mía. Me habla al oido. Esto me recuerda una escena de “El último tanto en París”, los dos entrelazados, ¿recuerdas?. Sí, claro. Me gusta cómo has preparado todo esta tarde. El agua de la bañera está muy caliente. Las sales llenan de aroma el cuarto y entre la espuma aparecen y desaparecen sus pechos. Le doy un beso en la mejilla. Coge la esponja y empieza a pasármela por la espalda. Me apoyo sobre su hombro. Le suelto el pelo. Qué más da, vuelve al tema, yo soy feliz así, tú de esa otra manera... Puedes probar, la reto. ¿Cómo, haciendo qué? Quedemos con Marta, una amiga. ¿Un trío? Se ríe. Ali, ¿te recuerdo cómo acabó el tuyo?. No dejaría mi relación contigo por Marta. Soy demasiado hetero para eso. Nos reímos. No la noto convencida. Se echa hacia atrás en la bañera, me coloca las piernas sobre los hombros y se va deslizando hacia mí. Comienzo a frotar su vagina con mis dedos, ella cierra los ojos. Quiero ver cómo te corres mientras Marta te come el coño. Te has vuelto extremadamente ordinaria, cariño. Se ríe a carcajadas. Pero me gusta.

Creí que no volverías a llamarme. Lo siento, ya sabes cómo es esto de la Uni. Siempre estás corrigiendo, reuniones, clases,... Excusas, dice Marta entrando resuelta. Viene vestida con uun jersey que le tapa una falda vaquera. Las medias de colores llamativos y unas botas marrones. Cuando se quita el jersey observo que la falda en realidad se completa con un peto y que no lleva sujetador. Vaya, exclamo, vas a dejar sorprendida a Ana. ¿Está aquí?. Sí, está saliendo de la bañera. Se me acerca y me da un beso adolescente, robado. ¿Qué tal es?, me pregunta. Más tradicional que yo. Mmmm, me encanta. No hay nada como romper esas resistencias. Como hiciste conmigo, sonrío. Lo tuyo no tuvo mérito. Te cogí en horas bajas. Sí, es cierto. Ana, en cambio, está dispuesta a ofrecer resistencia. Mejor.
Ana se levanta por otra botella de vino. Se ha puesto una camiseta vieja que seguramente cree que es mía. No le he dicho nada, es una de las cosas que guardo de Mario. Es muy sensual tu amiga, me dice Marta. Sí. La miro mientras descorcha la botella y la trae. Nos sentamos en el sofá. Todo comienza a sonarme familiar y me da vértigo, noto que me falta aire (mi psicólogo dirá que me sobra, porque él siempre me lleva la contraria). Me he quedado en la butaca mientras Marta se ha sentado junto a Ana, muy cerca. Creo que hasta incomodarla un poco. Habla y habla, bajito. Yo estoy pendiente del vaivén emocional y voy y vengo, estoy y no estoy. Mis pensamientos luchan por conducirme al pasado. ¿Y cómo sabes que no te gusta?, acierto a escuchar a Marta. Realmente no lo sé... De pronto, Marta se acerca a Ana y la besa. No opone resistencia, pero la noto rígida. El beso superficial se prolonga, veo la lengua de Marta intentando hacer cómplices a los labios de Ana, que sigue sin soltar la copa, aferrada a su miedo. Marta se la quita de las manos y la deja en el suelo. Luego vuelve a besarla. Me empieza a excitar este baile. Ana me mira desde lejos como solicitando ayuda. Deja que la lengua de Marta se adentre en su boca, que agarre sus labios entre los suyos, carnosos y sensuales, profundamente rojos. Inconscientemente, me estimulo abriendo y cerrando las piernas. Marta se incorpora ligeramente y se baja el peto, pone sus hermosos pechos casi adolescentes a la altura de la boca de Ana, que a estas alturas está más desinhibida. Ya no me mira. Muerde los pezones hasta provocarle dolor, luego lo suaviza con la lengua. El rato que está jugueteando con sus pechos acaba por mojarme completamente. Me bajo las bragas, abro las piernas y comienzo a masturbarme. La imagen de Mario con la polla erecta, masturbándose lentamente mientras nos mira, aparece en este mismo escenario. Prueba su coño, Marta. Me oye y obedece. Ana se tumba en el sofá, se deja quitar las bragas y abre las piernas a la boca, templada, húmeda, de Marta. Veo a Ana mover sus caderas. No quiero cerrar los ojos. Mario se levanta, va hacia el cajón, trae un consolador enorme y se lo da a ella. Me lo mete de un golpe, con violencia. Él me gira, abre mi culo, siento el lubricante caer sobre mi espalda, lo desplaza hacia el ano, lo moja. Siento la punta de su polla a punto de entrar, de forzar. Ella coloca su lengua en un resquicio entre el consolador y el clítoris, lo saca y se lo mete en la boca, lo limpia mientras me mira. Luego introduce la lengua. Noto como lleva la mano entre mis piernas hacia la polla de Mario. Lo noto muy excitado, va entrando despacio, sabe que sólo así me gusta. Mi vagina está muy abierta y ella introduce tres dedos, luego cuatro, cierra su pequeña mano y forma un puño, lo introduce. El dolor y el placer me invaden. Las acometidas de Mario me empujan encima de ella. Me quedo en medio. Se besan mientras él se corre. Ana grita. Sigue, cabrona, no pares.

7 comentarios:

  1. Encantador blog el tuyo, un placer haberme pasado por tu espacio.

    Feliz año nuevo, este que tenemos a la vuelta de la esquina.

    Saludos y un abrazo.

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  2. Muchas gracias. Feliz año para ti también.
    Un beso.

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  3. Me encantó. Una gran experiencia que me deja con ganas de saber más... :P

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  4. No sé Ali, quisiera regalarte la fórmula mágica para que Mario no regrese a tu cabeza en todo momento, pero no la tengo.
    Tus pensamientos luchan por conducirte al pasado y, una vez más, lo han conseguido.
    Ojalá el año que viene eso cambie. Sí, ya sé, te cago la temática del blog, jajajaja, pero sé que encontrarás la vuelta.

    (una broma).

    Un beso enorme, Ali. Me encanta seguir descubriéndote así.

    Ah, ¡cierto! Sí, mañana estás invitada a mi fiesta de cumpleaños. Te espero, puedes invitar a Ana (a Marta no, porque me da temor, jajajaja).

    (otra broma)

    Mejor ven con tu psicólogo :)

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  5. Si para al final es para matarla, ya le valdría, ya.

    Besos, Ali y feliz año.

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  6. Quizá la propuesta del trío fue para sentirse como Mario, ponerse en su lugar... No sé, es un desvarío, pero tal vez ahora ella quiso tomar el poder para contrarrestar el recuerdo.

    Besos, Ali. Y feliz año nuevo

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