jueves, 10 de junio de 2010

Manuel


Soy una Alicia desconocida. Vivía en el país de las maravillas y he cruzado el espejo en la dirección inadecuada. Quizá me empujaron sin contemplaciones. Da igual.
Manuel, un compañero me advierte sobre Lola. Me ve vulnerable. Va a por ti, ahora que sabe que estás sola, va a por ti. Ten cuidado. Me hace gracia. Lola es de todo menos sutil. No oculta sus intenciones. Ella dice que Manuel es un pichatriste. Realmente tiene pinta de pusilánime. Sin embargo, él tampoco muestra inconveniente alguno en aprovechar el estado de brazos caídos que me atribuye. Se acerca agazapado tras las buenas intenciones. Hace unos días me hablaba, ahora me habla y me toca. Va avanzando, midiendo. Caricias travestidas. No me disgusta. Tampoco hace latir mi corazón esperanzado. Lo dejo avanzar. Sentir, pensar. Me quedo con sentir. Mira mis pechos. No llevo sujetador. Tiré las fotos, la vergüenza y el sujetador. Tengo unos pechos pequeños, pero unos pezones grandes. Antes me avergonzaba porque con el roce de la blusa se me ponían erectos y llamaban la atención. Ahora la vergüenza es una atadura que no estoy dispuesta a soportar. ¿Cómo estás hoy?. Pregunta. Me apetece que me consuele. Mal, digo cerrando los ojos. Comienza el baile. Coloca una mano sobre mi hombro. Me acerca, casi susurra. Puedes contar conmigo. Mi muslo queda entre sus piernas. Noto su pene. Él no se retira. Tampoco hace ningún otro movimiento. Investiga si ha sido fruto de la casualidad. Yo hago un gesto ambiguo con la cadera. Un roce que dibuja más claramente su miembro sobre mi pierna. Noto ligeros movimientos. ¿Tendrá una erección? Quiero que suceda. No sé cómo ha podido dejarte. No respondo. Eres tan agradable. Me aprieta suavemente y entonces se acentúa la presión. No hago nada por evitarlo. Él tampoco. Sigue confundido. Noto que comienza una erección pero entonces se retira un poco, temeroso. Yo no lo busco, pero me apetece abrir mis muslos, meterlos entre sus piernas y frotarme. No sé si es adecuado. En esa eternidad que sobrevuela el despacho los dos, la voz de Lola desde la puerta nos devuelve a la cotidianeidad.

9 comentarios:

  1. Curiosamente..., ¡o no! me llamo Manuel y he aterrizado suavemente en tu blog. Inaudito, me he dicho. Alicia, por fin, se va del País de las Maravillas. Me encanta, me maravilla más este mundo peatonal. ¡Qué le voy a hacer!
    Me encanta tu blog. Estaré por ahí.

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  2. El trabajo de la seducción de una Alicia con ganas de ser conquistada... espero que sea como sea siempre salgas indemne y "satisfecha"...besos.

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  3. Hola:

    Muy temprano es para leer esto que excita; sin embargo, me gusto y HARTO...

    Besos Brujos*

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  4. Gracias por escribir, Manel. Lo cierto es que en el otro lado me sentía más segura. ¿Este es siempre así?

    Brisa: No siempre salgo satisfecha. A veces me quedo con las ganas y tengo que completar la faena sola.

    Bruja:jaja, bueno, igualmente gracias. Un beso.

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  5. Un saludo.

    A tus PIES

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  6. Lástima, la voz de Lola cuando estábais en lo mejor. Una especie de "coitus interruptus" viene siendo esto.
    ¡Lola, véte ya!

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  7. Parece que el trabajo está lleno de "peligros" o tentaciones... me seduce la manera en que cuentas cómo se acerca Manuel.
    Besos

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  8. me gusta ese acercamiento casi cobarde
    ese querer y no querer

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  9. Entre los pliegues de tu cuerpo
    duerme el sueño eterno de mis noches
    delineando cada una de tus costuras.
    En tu desnudo talle
    un aleteo de mariposas se estremecen con delirio
    ante el voluptuoso cobijo de nuestros cuerpos
    lujuriosamente, lascivamente; apasionadamente.
    Tus labios anegados
    ahogan mi sexo en el recóndito de tus pliegues....
    Un río de lava
    deshiela nuestros muslos
    agitados, conmovidos
    emocionados.

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